En
julio de este año, el Museo del Carmen ha querido rendir homenaje a Doménico
Theotocópuli “El Greco” en el cuarto centenario del fallecimiento de este
insigne pintor. Ya en su etapa toledana, este artista realizaba no solo las
pinturas, sino también los retablos que debían enmarcarlas, es por ello que
desarrolló una actividad adicional como arquitecto o diseñador de retablos y ha
sido el motivo por el cual el Museo del Carmen en esta exposición, ha querido
dar a conocer esta singular faceta del Greco, de la mano de Joaquín Bérchez
artista fotográfico de esta exposición.
Merece
transcribir el escrito de Joaquín Bérchez, en el que pone de manifiesto la
importancia del Greco en esta faceta desconocida, en el que hay una coherencia
entre la pintura, el lugar donde se ubica y el soporte arquitectónico que le da
volumen, textura, color y belleza.
“El Greco nos descubre
una apostura clásica y un modo de operar con la arquitectura que
inesperadamente nos lanza al siglo XVII con una coherencia no contemplada hasta
entonces en España, anunciando temas de la gran arquitectura del moderno
clasicismo llamados a cobrar protagonismo en el episodio que tradicionalmente
llamamos Barroco y en el que tanta y dispar influencia ejercieron las ideas y
realizaciones de Miguel Ángel”
En
la pintura y el espacio arquitectónico de este singular pintor toledano, hay
una simbiosis que hace que la una necesite de la otra, hay un diálogo entre el
marco y la pintura del Greco que Joaquín Bérchez nos muestra a través de su
personal estrategia fotográfica.
No
cabe duda que el Greco tuvo una concepción global que iba más allá de ser
pintor, al tener en cuenta no solo su pintura que es magnífica y muy personal, sino su creatividad al conseguir
una atmosfera interior donde iba emplazado el lienzo. Hay una focalización
hacia la pintura, mediante el estudio y diseño global de elementos
arquitectónicos, que están magníficamente situados, que tiene que ver con su
formación en Creta y las lecciones aprendidas de la arquitectura de vanguardia
que conoció antes de su actividad artística en España, durante su estancia en
Venecia y Roma, concretamente de Andrea Palladio y en particular de Miguel
Ángel. De estas experiencias tenemos, los motivos palladianos procedente de la
Basílica de Vicenza, su reinterpretación del capitel jónico de volutas
angulares, los insólitos perfiles de sus marcos sobrepujando capiteles y frisos,
los fustes columnarios unidos entre sí, desfibrados en estrías, etc.
Las
fotografías de Joaquín Bérchez captan todo ese ambiente eclesiástico de
recogimiento con su peculiar gusto por los esplendores del oro bruñido que el
Greco como innovador en la España de su tiempo, nos ha transmitido sus
experiencias importadas y reinventadas gracias a su gran talento como artista
reconocido.
Toni Bonacho. Gracias por leerme.
Agosto 2014
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