En nuestros primeros años en la
Escuela de Arquitectura, nos preguntábamos si el urbanismo era de izquierdas o
de derechas. Cada uno de nosotros dábamos nuestra opinión sin estar suficientemente
preparados. Lo cierto es que la política inexorablemente
condiciona el urbanismo y la arquitectura. El urbanismo tiene como finalidad
transformar la sociedad, mejorar la calidad de vida y reducir las desigualdades.
En un estado totalitario, el urbanismo
es servidumbre de la política, en donde la
especulación está al servicio de los
gobernantes y de quienes les apoyan.
En un estado democrático debe estar al
servicio de la sociedad mejorando la
calidad de vida de sus ciudadanos y
son éstos los que deben intervenir en su
desarrollo a través de sus
representantes técnicos cualificados.
¿Son creíbles los programas políticos
que fomentan el acceso a una vivienda digna y asumible para la clase obrera más
desfavorecida?
¿Es tolerable el doble lenguaje de los
responsables de las escuelas de arquitectura y representantes políticos, en
donde fluyen los discursos humanistas bajo la piel del
especulador?
La sumisión de la política a los
poderes económicos y mediáticos, la falta de información a la sociedad y la
corrupción desvirtúan el verdadero fin del urbanismo, que debería estar
al servicio de la sociedad.
En la España Democrática se ha
malentendido la manera de hacer urbanismo. No se puede admitir que la fuente
principal de los recursos económicos de los Ayuntamientos y Entidades
Públicas sea a través de la transformación de suelo para edificar, y menos
dejar en manos de los políticos de turno la autoridad plena para especular.
Esto nos ha llevado al enriquecimiento de unos pocos en perjuicio de la mayoría
y a empobrecer el urbanismo con la excesiva edificación sin planificación
responsable, no ajustada a las necesidades reales y despreciando el entorno,
paisaje y la edificación preexistente, creando unas necesidades ficticias al
servicio de una clase especulativa que no ha resuelto los graves problemas de
financiación en los Ayuntamientos y Comunidades Autónomas.
rigurosa, se hace buen urbanismo. En España la irresponsabilidad clama
al cielo, los indignados somos todos y cargados de razón. En la actualidad no
se puede decir que hay urbanismo de izquierdas o de derechas, son
conceptos desfasados que algunos tratan de
reivindicar. Hay grupos especulativos
y de presión que, apoyados por distintos
“Partidos Políticos” dependiendo de
quién tiene el poder que les dan los
ciudadanos de buena fe, se enriquecen
o han realizado obras de gran calado
económico, al margen de las
necesidades reales de los ciudadanos y que la
sociedad no demandaba.
La palabra “política” deriva del
griego polis, la ciudad como agrupación
ordenada de ciudadanos libres y
diferentes que se autoorganizan en la política.
En urbanismo es importante delimitar
lo público de lo privado. El derecho a la
propiedad aparece tras la Revolución
francesa (ley de 1807), que fue una
conquista de la “revolución burguesa”
que consistía en garantizar la propiedad
privada sin abusos.
El poeta y escritor Georges Bataille
escribió, en relación a la arquitectura como
instrumento de poder, lo siguiente:
“La arquitectura es
la expresión de la verdadera alma de las sociedades, de la
misma manera que la
fisonomía humana es la expresión de las almas de los
individuos. Estos
grandes monumentos se erigen como diques, oponiendo la
lógica y majestad de
la autoridad contra los elementos disturbadores.”
Deyan Sudjic, en su libro “La
arquitectura del poder”, dice cómo los ricos y
poderosos dan forma a nuestro mundo.
Cabe reseñar la arquitectura promovida
por los dictadores (Adolf Hitler,
Benito Mussolini, Joseph Stalin, Saddam
Hussein, etc) y la impulsada por
líderes demócratas como François Mitterrand,
para constatar que los poderosos
imponen sus ideas a través de los espacios y
las formas, pero también es cierto que
en menor medida en las sociedades
democráticas. Ver fotografías
inferiores.
(Adolf Hitler)
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(Joseph Stalin)
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(François Mitterrand)
|
la mente de las mayorías silenciosas,
así como los movimientos vecinales y el
inicio del pensamiento ecologista que
hicieron posible un urbanismo diferente.
La carta de Atenas se fundamenta en un
urbanismo racionalista basado en cuatro pilares: la habitación en la
urbanización cerrada (vivienda), el trabajo en
el centro terciario representativo, el
esparcimiento y consumo en centros de ocio y comerciales, y por último la
circulación como nexo de todas estas
funciones.
gobernantes la total transparencia y
la responsabilidad en sus actuaciones, con
la total marginación de las
corruptelas y negocios inconfesables que hacen
mucho daño a la democracia. Por otro
lado, como “Sociedad Democrática”
debemos ser responsables maduros en
los distintos ámbitos de la política,
ejerciendo nuestros derechos y
obligaciones sobre el control de nuestros
gobernantes democráticamente elegidos,
y denunciar todas aquellas
actuaciones que vayan contrariamente
al bien común y a los más
desfavorecidos.
Por último, expongo algunas frases de
personajes que merecen su lectura y
reflexión:
- A fuerza de construir bien, se
llega a buen arquitecto. Aristóteles.
- Las obras maestras del arte
tienen a los ricos por sus esposos, pero a los
pobres por amantes. Anónimo.
- El arquitecto del futuro se
basará en la imitación de la naturaleza, porque es la
forma más racional,
duradera y económica de todos los métodos. Antonio
Gaudí.
- Un médico puede enterrar sus
errores, pero un arquitecto apenas puede
aconsejar a sus
clientes que planten enredaderas. Frank Lloyd.
- Hemos trabajado con la esperanza
de que nuestra labor coopere en la gran
tarea de dignificar
la vida humana por los senderos de la belleza y contribuya a
levantar un dique
contra el oleaje de deshumanización y vulgaridad. Luis
Barragán.
Toni Bonacho
Agosto 2012
Gracias por leerme.
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